No me quiero corresponsabilizar

25.07.2012 17:09

Pedro, un panadero español, ha trabajado durante los últimos diez años y ha vendido su pan cada día. Ha sacado un dinerito y se ha embarcado en una hipoteca pagando religiosamente a cada vencimiento... Y ahora le están contando que ha vivido por encima de sus posibilidades

 

Oscar, un panadero alemán ha hecho exactamente lo mismo. Pero a diferencia de Pedro nadie entiende que Oscar haya vivido por encima de sus posibilidades ¿Cómo se entiende? De ninguna manera, no se entiende... Salvo que... Pedro no sea un ser concreto sino que represente a todos los Pedros currantes de España, al igual que su colega alemán represente a los curretas de Alemania. Ahora ya sí se entiende.

 

Porque colectivamente nuestros trabajadores no han podido afrontar sus deudas en la misma medida que sus iguales alemanes. ¿Y por qué no han podido hacerlo? Pues porque los trabajos de los Pedros españoles han resultado ser no tan estables ni fiables como los de los alemanes. Y sin embargo se les han concedido créditos para comprar casas tan fantásticas como las de los alemanes; además de otros muchos bienes que difícilmente podrían pagar en cuanto se torciese un poco la economía.

 

Esta realidad supone lo siguiente:

 

  1. A los “amos” del sistema españoles – y no españoles- les ha interesado más vender ilusiones a la corta para mover dinero a la corta, que generar seguridad y estabilidad a la larga.

     

  2. A los “capateces” del sistema (indiferente la etiqueta PP o PSOE), les ha interesado más potenciar el trabajo precario, que el trabajo indefinido estable, con el argumento de las dinámicas necesidades de la economía y la necesidad de creación de puestos de trabajo. Esta política no se ha considerado incompatible con la compra de viviendas. La idea de que una casa siempre sería un valor seguro y que si uno se quedaba sin trabajo siempre podría venderla sacando un suculento beneficio ha sido una idea de referencia obligada a la hora de animar a los ilusionados moriturus.

     

  3. La contratación en precario se ha vinculado a la misma maquinaria generada por la burbuja burbuja inmobiliaria. Básicamente ladrillo y más ladrillo. Al estallar ésta, la cadena de destrucción laboral ha actuado como un inmenso dominó.

     

  4. Al desarrollarse la crisis, las administraciones del Estado español han ido perdiendo nivel de ingresos por lo que el alucinado desarrollismo y la generalización de servicios públicos también se han encontrado de golpe con el culo al aire. Los otros Pedros españoles con trabajos más estables y seguros, que de momento no han perdido ni su laboro, ni su casa, ni su dignidad, han sido llamados a filas al grito de “La patria os necesita” y, “consecuentemente” deberán (deberemos) pagar los descuadres de cuentas de todas las cúspides financieras que han jugado (¡tan lucrativamente!) a animar “a vivir por encima de las posibilidades reales” a centenares de miles de trabajadores españoles e inmigrantes (que siempre se llevarán la peor parte).

 

¡Qué enorme desatino! ¡Qué vergüenza! Y ciertamente, según como se mire, todos somos responsables; pero unos, infinitamente más que otros. Esos otros que somos la amplísima y decentísima mayoría a la que ahora se nos fuerza a pagar, discriminatoriamente, los platos rotos.

 

Pues sépanlo, si no se dan otras condiciones, yo no quiero pagar. No me quiero corresponsabilizar. Este gobierno de títeres descabezados me podrá obligar, ya lo está haciendo, pero mi caletre y mi corazón les grita mientras tanto: ¡Atracadores!

 

Porque, evidentemente, no saldremos del hoyo sin corresponsabilidad. Pero ¡ojo! Para que este pueblo se corresponsabilice de forma real, deberán darse unas condiciones diferentes, condiciones de:

 

  • Información clara: Que salga a la luz pública, de una vez y por todas, la verdad sobre nuestra realidad y sobre lo que nos ha llevado a ella. Con datos y con nombres y apellidos

 

  • Justicia: Que se determinen las responsabilidades políticas, penales y sociales a la vez que se paraliza la vergonzante maquinaria de desahucios.

 

  • Pacificación social: Que se retomen el camino del diálogo social para viabilizar las políticas equitativas de corrección y subsanar las medidas socialmente injustas (pagas funcionarios, IVA...)

 

  • Fijación de objetivos colectivos: Que un nuevo gobierno (éste ya está más que incapacitado y desprestigiado) surgido de nuevas elecciones y en la medida de lo posible un gobierno de amplio espectro representativo; capaz de supeditar las mecánicas del sistema a las necesidades de la población; dibuje, democrática y participativamente, una nueva hoja de ruta hacia los objetivos colectivos.

 

Solo entonces, los ciudadanos de este país podremos reconvertir la indignación en corresponsabilidad e implicación. Solo entonces podremos afrentar esta situación. Necesitamos Información fiable, Justicia, Pacificación social y Fijación de objetivos colectivos. 

 

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Miguel Cabeza