Palabras de caza

28.04.2021 12:43

El escritor se situó, como cada amanecer, frente al folio en blanco y se dispuso a esperar con la mente atenta, el corazón al acecho y el estómago vacío; pues en instantes llegarían las palabras y él tendría que imponer orden. Y tal como esperaba, enseguida las vio llegar. Comparecieron en jauría confusa.  En su enajenada búsqueda, corrían atropelladas y absurdas; rastreando cualquier rincón de las desérticas blancuras del papel y compitiendo, entre ellas, por ser las primeras en descubrir y enunciar los significados más ocultos.

La sorpresa fue que obviasen la presencia del literato y prosiguiesen su alocada carrera, tras la ilusión de una presa, en las páginas siguientes aún no iniciadas.

Entonces el escritor se sintió feliz. Al menos por un día, le dejarían tranquilo gozar de un mundo que no deseaba ser ni descrito, ni interpretado… Y, obviamente, no tuvo palabras para expresarle a la vida su agradecimiento.

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Miguel Cabeza