El arte de la paz. Morihei Ueshiba

16.10.2010 13:40

 

El El arte de la paz

 

 

 

 

 

El arte de la paz comienza contigo. Trabaja sobre ti mismo y con

la tarea que te ha sido asignada en el Arte de la Paz. Todos

tenemos un espíritu que puede ser refinado, un cuerpo que

puede ser entrenado de cierta manera, un sendero conveniente

para seguir. Estás aquí con el sólo propósito de darte cuenta de

tu divinidad interior y manifestar tu iluminación innata.

Alimenta la paz en tu propia vida y luego aplica el arte a todo lo

que encuentres.

No son necesarios edificios, dinero, poder o prestigio para

practicar el Arte de la Paz. El cielo está exactamente allí donde

te hallas y ese es el lugar para entrenarse.

Todas las cosas, materiales y espirituales, surgen de una misma

fuente y están relacionadas como si formaran una familia. El

pasado, el presente y el futuro están contenidos en la fuerza de

la vida. El universo emergió y se desarrolló desde una fuente

única, y nosotros evolucionamos a través del proceso óptimo de

unificación y armonización.

El Arte de la Paz es la medicina para un mundo enfermo. En el

mundo existen el mal y el desorden porque la gente ha olvidado

que todas las cosas emanan de una sola fuente. Regresa a esa

fuente y deja atrás todo pensamiento auto centrado, todo deseo

mezquino y toda ira. Aquellos que poseídos por la nada poseen

todo.

Si no te has unido a la verdadera vacuidad, nunca comprenderás

el arte de la Paz.

El Arte de la Paz funciona en todas partes en la tierra, desde la

vastedad del espacio hasta la más pequeña planta o el más

pequeño animal. La fuerza de la vida lo penetra todo y su

fortaleza es limitada. El Arte de la Paz nos permite percibir y

recurrir a esa enorme reserva de energía universal.

 

Ocho fuerzas sostienen la creación:

-Movimiento.

-Quietud.

-Solidificación.

-Fluidez.

-Extensión.

-Contracción.

-Unificación.

-División.

 

La vida es crecimiento. Si detenemos el crecimiento, técnica y

espiritualmente, somos tan útiles como cadáveres. El Arte de la

Paz es la celebración del enlace del cielo, la tierra y la

humanidad. Es todo lo verdadero, lo bueno y bello.

Una y otra vez será necesario que te retires entre montañas

profundas y valles ocultos para restablecer tu lazo con la fuente

de vida. Inspira y déjate elevar a los confines del universo;

espira y deja al cosmos regresar dentro de ti. Luego aspira toda

la fecundidad y vitalidad de la tierra. Por último, combina el

aliento del cielo y el aliento de la tierra con el tuyo propio,

transformándote en el Aliento mismo de la Vida.

Todos los principios del cielo y de la tierra están vivos dentro de

ti. La vida misma es la verdad y esto nunca cambiará. Todo, en

el cielo y en la tierra, respira. La respiración es el hilo que ata a

la creación y la mantiene unida. Cuando la miríada de

variaciones de la respiración universal pueden ser percibidas,

nacen las técnicas individuales del Arte de la Paz.

Considera el flujo y reflujo de la marea. Cuando las olas vienen a

golpean la orilla, se alzan y caen provocando un sonido. Tu

respiración debería seguir el mismo patrón, absorbiendo el

universo entero en tu vientre con cada inhalación. Debes saber

que todos tenemos acceso a cuatro tesoros: La energía del sol y

la luna, la respiración del cielo, la respiración de la tierra y el

flujo y reflujo de la marea.

 

Aquellos que practican el Arte de la Paz deben de proteger los

dominios de la Madre Naturaleza, divino reflejo de la creación, y

mantenerla bella y fresca. La calidad del guerrero da origen a la

belleza natural. Las técnicas sutiles de un guerrero surgen tan

naturalmente como aparecen la primavera, el verano, el otoño y

el invierno. La calidad del guerrero no es otra cosa que la

vitalidad que sustenta toda vida.

Cuando la vida es victoriosa, hay nacimiento; cuando impedida,

hay muerte. El guerrero está permanentemente dedicado a una

lucha de vida o muerte por la Paz.

Contempla las obras de este mundo, escucha las palabras del

sabio y toma todo lo que es bueno como propio. Con esto como

base, abre tu propia puerta a la verdad. No desprecies la verdad

que está justo ante ti. Observa cómo fluye el agua en el arroyo

de un valle, suave y libremente entre las rocas. Aprende también

de los libros sagrados y de la gente sabia. Cada cosa -

incluyendo ríos y montañas, plantas y árboles - debería ser tu

maestro.

Crea cada día nuevamente vistiéndote con cielo y tierra,

bañándote con sabiduría y amor colocándote en el corazón de la

Madre Naturaleza.

No dejes de aprender de la voz pura del arroyo de montaña que

fluye eternamente salpicando las rocas.

La Paz se origina con el fluir de las cosas, su corazón es como el

movimiento del viento y de las olas. El Camino es como las

venas que hacen circular la sangre a través de nuestros cuerpos,

siguiendo el curso natural de la fuerza de la vida. Si estás

separado siquiera un poco de la esencia divina, estás lejos del

Sendero.

Tu corazón está lleno de semillas fértiles esperando brotar. Del

mismo modo que una flor de loto surge del lodo para florecer en

todo su esplendor, la interacción de la respiración cósmica hace

florecer el espíritu para que dé fruto en este mundo.

Estudia las enseñanzas del pino, del bambú y del pimpollo de

ciruelo. El pino está siempre verde, firmemente enraizado y es

venerable. El bambú es fuerte, resistente e inquebrantable. El

pimpollo de ciruelo es vigoroso, perfumado y elegante.

Mantén siempre tu mente tan luminosa y clara como el vasto

cielo, el gran océano y el pico más alto, vacía de todo

pensamiento. Mantén siempre tu cuerpo lleno de luz y calor.

Llénate a ti mismo con el poder de la sabiduría y la iluminación.

Tan pronto como te ocupas del “bien” y el “mal” de tus

semejantes, creas una abertura en tu corazón por la que entra la

malicia. Examinar, competir y criticar a otros te debilita y te

derrota.

El brillo penetrante de las espadas sostenidas por los seguidores

del camino golpean al malvado enemigo escondido en el interior

profundo de sus propios cuerpos y almas.

El Arte de la Paz no es fácil. Es una lucha hasta el fin, la

matanza de los malos deseos y de la falsedad interior. En

algunas ocasiones, la Voz de la Paz resuena como un trueno,

sacudiendo a los seres humanos y sacándolos de su letargo.

Clara como el cristal, aguda y brillante, la espada sagrada no

admite sitio para alojar al mal.

Para practicar adecuadamente el Arte de la Paz, debes calmar el

espíritu y retornar a la fuente. Eliminar toda malicia, egoísmo y

deseo para limpiar el cuerpo y el espíritu.

Sentir eterna gratitud por los dones recibidos del universo, de tu

familia, de la Madre Naturaleza y de tus semejantes.

El Arte de la Paz está basado en Cuatro Grandes Virtudes:

Valor, Sabiduría, Amor y Amistad, simbolizadas por el Fuego, el

Cielo, la Tierra y el Agua.

La esencia del Arte de la Paz es limpiar tu ser de malicia,

armonizar con tu ambiente y despejar tu Sendero de todos los

obstáculos y barreras.

La única cura para el materialismo es la limpieza de los seis

sentidos (ojos, oídos, nariz, lengua, cuerpo y mente). Si los

sentidos están obstruidos, la percepción se enturbia. Cuanto

más turbia la percepción, más se contaminan los sentidos. Esto

crea desorden en el mundo y ese es el mal más grande. Refina tu

corazón, libera los seis sentidos y déjalos funcionar sin

obstrucciones, y tu cuerpo y alma enteros brillarán.

Toda vida es una manifestación del espíritu, la manifestación de

amor. Y el Arte de la Paz es la forma más pura de ese principio.

Un guerrero es responsable de detener toda discusión y toda

lucha. El amor universal funciona de formas diversas; a cada

manifestación se le debe permitir libre expresión. El Arte de la

Paz es verdadera democracia.

Todos y cada uno de los maestros, sin importar época o lugar,

recibieron la llamada y alcanzaron la armonía con el cielo y la

tierra. Hay muchos senderos que llevan a la cima del Monte

Fuji, pero hay una sola cumbre: el amor.

La lealtad y la devoción hacen al valiente. La valentía conduce al

espíritu de sacrificio. El espíritu de sacrificio genera confianza

en el poder del amor.

La economía es la base de la sociedad. Cuando la economía es

estable la sociedad se desarrolla. La economía ideal une lo

espiritual y lo material, y las mejores mercancías con las cuales

comerciar son la sinceridad y el amor.

El Arte de la Paz no se apoya en armas ni en la fuerza bruta para

triunfar; en lugar de eso nos afinamos con el universo,

mantenemos la paz en nuestros ámbitos, nutrimos la vida y

evitamos la muerte y la destrucción. El verdadero significado de

la palabra samurai es aquel que sirve y adhiere al poder del

amor.

Alberga y refina el espíritu del guerrero mientras prestas tu

servicio en el mundo; ilumina el Sendero de acuerdo a la luz

interior.

El Sendero de la Paz es extremadamente vasto; refleja el

propósito de ambos mundos, el manifiesto y el oculto. El

guerrero es el templo viviente de lo divino, el que está al servicio

de ese propósito.

Tu mente debería armonizar con el funcionamiento del

universo; tu cuerpo, con el movimiento del universo; cuerpo y

mente formando una unidad que se unifica con la actividad del

universo.

A pesar de que nuestro Sendero es completamente diferente de

las artes guerreras del pasado no es necesario abandonar

totalmente los modos antiguos. Absorbe las tradiciones

venerables en el nuevo Arte revistiéndolas con prendas frescas y

construye sobre estilos clásicos para crear mejores formas.

El entrenamiento diario en el Arte de la Paz hace que tu

divinidad interior brille cada vez más. No te ocupes de lo bueno

y lo malo de los otros. No estés haciendo cuentas, actúa con

naturalidad. Mantén tu mente dirigida al Arte de la Paz, y no

critiques otras enseñanzas o tradiciones. El Arte de la Paz no

restringe, ni limita ni pone trabas a ninguna cosa. Lo abraza

todo y todo lo purifica.

Practica el Arte de la Paz con sinceridad, y los malos

pensamientos y malas acciones desaparecerán naturalmente. El

único deseo que debe permanecer es la sed por capacitarse cada

vez más en el Sendero.

Los que han alcanzado la iluminación nunca cesan de trabajarse

a sí mismos. La comprensión de tales maestros no puede

expresarse en palabras o en teorías. Las acciones más perfectas

son el eco de patrones que se encuentran en la naturaleza.

Día tras día adiéstrate a ti mismo, refinando tu técnica: ¡Usa el

Uno para atacar lo Múltiple! Esa es la disciplina del guerrero.

El camino del Guerrero no se puede abarcar con palabras o por

carta. ¡Capta la esencia y avanza hacia la comprensión!

El propósito del entrenamiento es tensar lo flojo, fortalecer el

cuerpo y pulir el espíritu.

El hierro está lleno de impurezas que lo debilitan; la forja lo

transforma en acero y hace de él una espada filosa. Los seres

humanos se desarrollan del mismo modo.

Desde tiempos antiguos el valor y el conocimiento han sido los

dos pilares del Sendero:

A través de la virtud del entrenamiento, ilumina tu cuerpo y tu

espíritu.

Los instructores sólo pueden impartir fragmentos de enseñanza.

Los misterios del Arte de la Paz surgen a la vida a través de tu

propia abnegada práctica.

El camino del Guerrero se basa en la humanidad, el amor y la

sinceridad; el corazón del valor marcial es verdadera valentía,

sabiduría, amor y amistad. Acentuar los aspectos corporales de

la calidad del guerrero es inútil, porque el poder del cuerpo

siempre es limitado.

El verdadero guerrero siempre cuenta con tres armas: la

radiante espada de la pacificación; el espejo de la valentía, la

amistad y la sabiduría; y la piedra preciosa de la iluminación.

El corazón del humano no se diferencia del alma de cielo y

tierra. En tu práctica ten siempre presente la interacción de

cielo y tierra; agua y fuego, yin y yang.

El Arte de la Paz es el principio de la no resistencia. Porque no

es resistente, cuenta desde el comienzo con la victoria. Los que

tienen malas intenciones o pensamientos pendencieros son

derrotados instantáneamente. El Arte de la Paz es invencible

porque contra nada lucha.

En el Arte de la Paz no hay contiendas. El verdadero guerrero es

invencible porque no lucha con nadie. Vencer significa derrotar

la idea de disputa que albergamos en nuestra mente.

Herir a un oponente es herirte a ti mismo. El Arte de la Paz es

controlar la agresión sin producir daños.

El guerrero totalmente despierto puede utilizar libremente

todos los elementos contenidos en cielo y tierra. El verdadero

guerrero aprende a percibir correctamente la actividad del

universo y a transformar las técnicas marciales en vehículos de

pureza, bondad y belleza. La mente y el cuerpo del guerrero

deben estar impregnados de profunda calma y luminosa

sabiduría.

Practica siempre el Arte de la Paz con vitalidad y alegría.

Es necesario desarrollar una estrategia que utilice todas las

condiciones físicas y los elementos que están al alcance de la

mano. La mejor estrategia se apoya en un conjunto ilimitado de

respuestas.

Una buena postura refleja la actitud correcta de la mente.

La clave de la técnica es mantener manos, pies y caderas

derechas y centradas. Si estás centrado, puedes moverte con

libertad. El centro de tu cuerpo es el vientre; si tu mente

también está allí, tienes la victoria asegurada en toda acción.

Muévete como un haz de luz, vuela como el rayo, golpea como el

trueno, gira en círculos alrededor de un centro firme.

Las técnicas emplean cuatro cualidades que reflejan la

naturaleza de nuestro mundo. Según las circunstancias debes

ser: duro como el diamante, flexible como el sauce, de suave

fluir como el agua, o tan vacío como el espacio.

Si tu oponente te ataca con fuego, responde con agua, hazte

totalmente móvil y de libre fluir. El agua, por su naturaleza,

nunca choca con nada ni se quiebra. Por el contrario, absorbe

todo ataque y queda indemne.

Funcionando en armonioso conjunto, la derecha y la izquierda

dan origen a todas las técnicas. La mano izquierda se apodera

de la vida y la muerte; la mano derecha las controla. Las cuatro

extremidades del cuerpo son los cuatro pilares del cielo, y

manifiesta las ocho direcciones, Yin y Yang, exterior e interior.

Manifiesta yang con tu mano derecha equilibrándolo con el yin

de tu izquierda, y guía a tu compañero.

Las técnicas del Arte de la Paz no son rápidas ni lentas, no están

afuera ni adentro. Están más allá de tiempo y espacio.

Brota de la Gran Tierra; álzate como las Grandes Olas, enraízate

como un árbol, descansa como una roca; usa el Uno para atacar

Todo. ¡Aprende y olvida!.

Cuando se adelanta un oponente, enfréntalo y salúdalo; si

intenta retroceder déjalo seguir su camino.

El cuerpo debería ser triangular, la mente circular. El triángulo

representa la generación de energía y es la postura física más

estable. El círculo simboliza serenidad y perfección, la fuente

ilimitada de técnicas. El cuadro representa la solidez, la base del

control.

Trata siempre de estar en comunión con cielo y tierra; de este

modo el mundo se presentará en su verdadero aspecto. La

presunción se desvanecerá y podrás armonizar con cualquier

ataque.

Si tu corazón es amplio como abarcar a tus adversarios, puedes

ver a través de ellos y evitar sus ataques. Una vez que los has

abarcado, serás capaz de guiarlos por el camino que cielo y

tierra te han señalado.

Libre de toda debilidad, no tendiendo a ignorar el crudo ataque

de tus enemigos: ¡Osa y actúa!

No encares este mundo con temor y rechazo. Afronta con valor

todo lo que los dioses te ofrecen.

Cada día de la vida humana contiene ira y alegrías; dolor y

placer; luz y oscuridad, crecimiento y decadencia. Cada

momento está marcado con el gran propósito de la naturaleza;

no trates de oponerte o negar el orden cósmico de las cosas.

Las técnicas de la Paz, protectoras de este mundo y guardianas

del Camino de los dioses y los Budas, nos capacitan para hacer

frente a todos los desafíos.

La vida misma es siempre una prueba. Al adiestrarte, debes

ponerte a prueba y refinarte para poder afrontar los grandes

desafíos de la vida. Trasciende los límites de la vida y la muerte,

y entonces serás capaz de enfrentar con calma y seguridad

cualquier crisis que se te presente.

Agradece siempre, incluso las derrotas, las penurias y a las

personas malas. Aprender a moverse con tales obstáculos es una

parte esencial del entrenamiento en el Arte de la Paz.

El fracaso es la clave del éxito. Cada error nos enseña algo.

En situaciones extremas, el universo entero se transforma en

nuestro enemigo; en momentos tan críticos, la unidad de mente

y técnica es esencial: ¡no permitas que tu corazón titubee!

En el momento en que un guerrero confronta al enemigo, todas

las cosas caen bajo el foco de su mirada.

Aun cuando te reclame un solo enemigo, permanece en guardia,

porque siempre estás rodeado por legiones de enemigos.

El Arte de la Paz es completar lo faltante.

Para poder iluminar el Sendero es necesario estar preparado

para recibir el noventa y nueve por ciento del ataque enemigo y

enfrentar el rostro de la muerte.

En nuestras técnicas entramos completamente, nos mezclamos

en totalidad y controlamos con firmeza un ataque. La fuerza se

encuentra cuando el Ki es estable y está concentrado; la

confusión y la malicia surgen cuando el Ki se estanca.

Existen dos tipos de Ki: el mundano y el Ki verdadero. El Ki

mundano es pesado y denso; el Ki verdadero es liviano y

versátil. Para desempeñarse bien, debes liberarte del Ki

mundano e impregnar tus órganos con Ki verdadero. Esta es la

base de una técnica poderosa.

En el Arte de la Paz nunca atacamos. Atacar es prueba de que

uno está fuera de control. Nunca huyas del desafío, pero no

trates de eliminar o controlar a un oponente de manera

antinatural. Deja que los atacantes se acerquen del modo en que

quieran y mézclate con ellos. Nunca persigas a un oponente.

Reorienta todo ataque y mantente firmemente atrás.

Al verme frente a él, el enemigo ataca, pero para ese momento

ya me encuentro firme y seguro detrás de él.

Cuando te atacan, unifica las partes superior, media baja de tu

cuerpo. Entra, gira y mézclate con tu oponente, frente y espalda,

derecha e izquierda.

Tu espíritu es el verdadero escudo.

Continuamente los oponentes nos confrontan, pero en realidad

no hay allí oponente alguno. Entra profundamente en el ataque

y neutralízalo atrayendo la fuerza que va en dirección errada

hacia tu propia esfera.

No mires fijamente los ojos de tu oponente: podría hipnotizarte.

No fijes tu mirada en su espalda: podría intimidarte. No

enfoques la mirada en tu oponente: podría absorber tu energía.

La esencia del adiestramiento es atraer completamente a tu

oponente dentro de tu esfera. Entonces podrás situarte donde

desees.

Hasta el más poderoso de los seres humanos tiene una esfera de

fuerza limitada. Sácalo de esa esfera y atráelo a la tuya; su

fuerza se disipará.

A izquierda y derecha, evita todos los cortes y paradas. ¡Capta

los pensamientos de tu oponente y disípalos!

El verdadero Arte de la Paz es no sacrificar uno solo de tus

guerreros para vencer al enemigo. Derrota a tus enemigos

manteniéndote siempre en una posición inatacable a salvo;

entonces, no habrá pérdidas en ningún bando. El Camino del

Guerrero, el Arte de la Política, es detener el conflicto antes de

que se inicie. Consiste en derrotar al adversario espiritualmente,

haciéndole ver la locura de su acción. El Camino del Guerrero es

establecer la armonía.

Domina las técnicas divinas del Arte de la Paz, y no habrá

enemigo que se atreva a desafiarte.

En tu adiestramiento, no te apresures, ya que dominar lo básico

y llegar al primer peldaño lleva un mínimo de diez años. Nunca

te imagines ser maestro de la perfección que todo lo conoce;

debes continuar tu entrenamiento diario junto a tus amigos y

discípulos y progresar juntos en el Arte de la Paz.

El progreso llega a aquellos que se adiestran

ininterrumpidamente; confiar en técnicas secretas no te llevará

a ninguna parte.

Jugar con una y otra técnica es de poca utilidad, ¡Actúa con

decisión y sin reservas!

Si percibes verdadera forma de cielo y tierra, verás con claridad

tu forma verdadera. Cuando ves con claridad un determinado

principio, puedes ponerlo en práctica. Después de cada

aplicación práctica, reflexiona sobre tus esfuerzos. Progresa

constantemente, de este modo.

El Arte de la Paz puede resumirse así: La verdadera victoria es

la victoria sobre uno mismo. ¡Que ese día llegue con premura¡

La “verdadera victoria” significa coraje temerario, “victoria

sobre uno mismo”, “¡Que ese día llegue con premura!”

representa el momento glorioso del triunfo en el aquí y ahora.

Arroja fuera de ti los pensamientos que te limitan y regresa a la

verdadera vacuidad. Sitúate en el medio del Gran Vacío. Este es

el secreto del Camino del Guerrero.

Para poner verdaderamente en práctica el Arte de la Paz, debes

ser capaz de jugar libremente en el reino manifiesto, en el oculto

y en el divino.

Si concibes el Arte de la Paz, este difícil sendero, tal como es,

abarca el círculo del cielo.

Las técnicas del Arte de la Paz cambian constantemente; cada

encuentro es único, y la respuesta adecuada debe surgir con

naturalidad. Las técnicas de mañana serán diferentes a las de

hoy. No te dejes atrapar por la forma y apariencia de un desafío.

El Arte de la Paz no tiene forma; es el estudio del espíritu.

Finalmente, debes olvidar las técnicas. Cuanto más progresas,

menos enseñanzas hay. El Gran Sendero verdaderamente es un

No Sendero.

El Arte de la Paz que yo practico tiene sitio para los ocho

millones de dioses del mundo, y yo coopero con todos ellos. El

Dios de la Paz es muy grande y conjuga todo lo que es divino e

iluminado en la tierra.

El Arte de la Paz es una forma de plegaria que genera luz y

calor. Olvida tu pequeño ser, libérate del apego a todo objeto, y

emanarás luz y calor. La luz es sabiduría; el calor es compasión.

Lo divino no es algo lejano y por encima de nosotros. Está en el

cielo, está en la tierra, está dentro de nosotros.

Únete al cosmos, y la idea de trascendencia desaparecerá. La

trascendencia pertenece al mundo profano. Cuando todo

vestigio de trascendencia se desvanece, la persona verdadera –

el Ser Divino – se manifiesta. Vacíate a ti mismo y deja que

trabaje lo Divino.

Lo Divino no desea estar encerrado en un edificio. Lo Divino

anhela el espacio abierto. Está aquí, precisamente en este

cuerpo. Cada uno de nosotros es un universo en miniatura, un

templo viviente.

Cuando reverencias profundamente el universo, recibes

reverencias; cuando pronuncias el nombre de Dios, resuena en

tu interior.

El Arte de la Paz es la religión que no es una religión; totaliza y

completa todas las religiones.

El Sendero es extraordinariamente vasto. Desde tiempos

antiguos hasta el presente, hasta los más grandes sabios fueron

incapaces de percibir y comprender la verdad completa, las

explicaciones y enseñanzas de santos y maestros sólo expresan

una parte del todo. Nadie puede expresarlo íntegramente.

Simplemente encamínate hacia la luz y el calor, aprende de los

dioses, y a través de la virtud de la práctica abnegada del Arte de

la Paz, hazte uno con lo Divino.

 

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Miguel Cabeza